Un "niño no acompañado" se define como aquel que está separado de ambos padres y otros familiares, y no está siendo cuidado por ningún adulto legal o habitualmente responsable de él. Los niños no acompañados o separados (UASC) son particularmente vulnerables a los riesgos de la migración debido a su corta edad y la falta de supervisión de un adulto. Estos niños pueden estar no acompañados o separados por diversas razones, incluyendo persecución, conflictos internacionales, guerra civil, trata, separación accidental durante el viaje o la búsqueda de mejores oportunidades económicas.
Debido a su separación de la familia y la distancia del hogar, los niños no acompañados en migración son especialmente susceptibles y requieren una protección específica y adaptada. Su vulnerabilidad los expone a numerosos riesgos, como violencia extrema, explotación y diversas formas de abuso, tanto antes como después de llegar a los países de destino.
Derechos Humanos y Acceso a Servicios
Los menores no acompañados a menudo enfrentan severas restricciones a sus derechos humanos, incluyendo el acceso limitado a servicios esenciales como educación, vivienda y atención médica en el país de acogida. Pueden ser denegados en la entrada o detenidos por funcionarios de fronteras o de inmigración. Incluso si son admitidos, a menudo no reciben un procesamiento de sus solicitudes de asilo que tenga en cuenta la edad y el género. Las niñas no acompañadas o separadas son particularmente vulnerables a la violencia de género, incluyendo la violencia doméstica. Muchos de estos niños carecen de la identificación adecuada, registro, evaluación de la edad, documentación, sistemas de localización familiar, tutela y asesoramiento legal.
Riesgos de Explotación y Abuso
Los niños no acompañados están en un riesgo significativamente mayor de explotación sexual, abuso, reclutamiento militar, trabajo infantil y detención. Con frecuencia enfrentan discriminación y barreras para acceder a necesidades básicas como alimentos, refugio, vivienda, servicios de salud y educación. La ausencia de vías seguras de migración los obliga a emprender viajes peligrosos, a menudo con la ayuda de traficantes, lo que los deja altamente vulnerables a la violencia y el abuso durante sus viajes. Los niños migrantes y refugiados, especialmente cuando están no acompañados o separados, son susceptibles a la violencia sexual, el trabajo forzado y la trata de personas. Su vulnerabilidad se ve aún más agravada por el acceso limitado a servicios esenciales y justicia.
Riesgos para la Salud
En comparación con los migrantes adultos, los menores no acompañados enfrentan riesgos adicionales para la salud, los cuales varían según la edad, el género, las capacidades y el contexto geográfico. Las etapas de desarrollo de la infancia y la adolescencia los hacen más susceptibles a enfermedades y traumas, riesgos que se ven aún más amplificados por su aislamiento de una unidad familiar protectora. Bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CRC), los menores no acompañados tienen derecho al "nivel más alto posible de salud" y a la protección contra la "discriminación". Por lo tanto, su salud debe entenderse dentro del contexto más amplio del bienestar infantil y adolescente, con un énfasis en los impactos a largo plazo e intergeneracionales.
Las razones de la migración infantil son diversas e incluyen la huida de la persecución, el conflicto armado, la explotación o la pobreza. Algunos niños son enviados por miembros de la familia para asegurar su supervivencia o para acceder a la educación y el empleo, mientras que otros pueden estar tratando de reunirse con familiares que migraron antes. Independientemente de sus razones para migrar, los niños no acompañados enfrentan riesgos y desafíos significativos que exigen una protección y apoyo específicos para garantizar que se respeten sus derechos y bienestar.